Religión y política

¿Es bueno que la religión esté protegida por los gobiernos y pagada por los contribuyentes?    

La religión fue siempre arma fundamental para crear sistemas de gobierno autoritarios y difundir la mentira como si fuera verdad. Es mucho más fácil imponer lo malo diciendo que es mandato de los dioses. Y es mucho más fácil sujetar y privar de libertad  si se hace en nombre de la religión. Se hizo en todo el mundo para sujetar a las mujeres, y se hizo y se hace para sujetar a los pueblos y ponerlos al servicio de las élites. 

¿Cómo consiguieron las religiones ser uno de los centros de poder más indestructibles en todas las épocas y todos los países del mundo? Lo hicieron metiéndose en la política y luchando cada una de ellas por ser la preferida, la religión oficial, la establecida, la que tiene derecho a que le paguen y la sostengan. Trataron de justificar esa conducta alegando que con el poder se puede hacer mucho bien y que el fin justifica los medios. Pero las leyes del espíritu son muy semejantes a las que rigen el mundo físico y en esos dos mundos lo que se hace mal no puede salir bien. Si se usa material defectuoso y de baja calidad para construir un edificio y no se dedica el tiempo y el trabajo necesario, nada funcionará bien; unos se enriquecerán con el robo y otros sufrirán las consecuencias. Lo mismo ocurre cuando son las religiones las que hacen el timo y venden chatarra como si fueran verdades espirituales.

El poder que se dio a las religiones y el haberlas metido en los gobiernos ayudó a que rigiese el elitismo y se formase en las alturas un nudo de poder casi indestructible. Política y religión se mezclaron y se convirtieron en una telaraña en la que todo quedó prendido. Religión y política pasaron a ser la misma cosa y se imitaron la una a la otra: las autoridades religiosas aspiraron a vivir y mandar como reyes y la política, en vez de centrarse en la organización práctica de la sociedad, se basó en dogmas de fe y mandatos divinos que llevaron al disparate generalizado y a la sinrazón y el atraso.  

Muestra muy clara de cómo las religiones eligieron el poder y no la espiritualidad es lo que hicieron las iglesias cristianas. A pesar de que tenían un ejemplo concreto de cómo seguir las leyes del espíritu en lo que dijo e hizo su fundador, eligieron hacer lo contrario. El fundador del cristianismo habría podido usar la religión para vivir como un príncipe, enaltecido y reverenciado por lo mucho que sabía, en vez de ganarse la vida trabajando; y habría podido reclutar seguidores para hacer la guerra e imponer por la fuerza la verdad, en vez de salir al mundo sin que le pagasen y pasando trabajos para enseñar a los que quisieran escuchar. Pero las autoridades religiosas prefirieron vivir de los altares y predicaron porque ese era su oficio, no porque creyeran en lo que decían.

La falta de democracia, el que no se haya conseguido nunca el poder del pueblo, ni siquiera en los regímenes que se titulan democráticos, se debe a que las estructuras de poder siguen en manos de las élites políticas, religiosas, sociales y económicas y a que se formaron muchos nudos y engranajes difíciles de deshacer. Las religiones se usaron para la conquista, el despojo y el dominio, para que unos ganasen y otros perdiesen. Y la religión que impusieron los que ganaron fue siempre falseada para adaptarla a las estructuras tiránicas. Una religión que no actúe de acuerdo con la espiritualidad no es más que un engaño, un arma para someter a la población, una argucia y una impostura. 

No hay nada que pueda justificar el establecimiento oficial de ninguna religión ni que los ciudadanos tengan que pagar el mantenimiento de ninguna de ellas. Los que quieran practicar una religión son los que tendrían que pagar por ello y nadie más. Eso liberaría a la sociedad del nudo de corrupción y mentira que se armó entre la política y la religión y traería el derrumbe de unas estructuras autoritarias que nunca deberían haber existido. 

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