Identidad

¿Se puede elegir la identidad? Nadie hubiera dicho que se podía hasta que surgió la idea de que lo que se siente y quiere es ¨la verdad de uno¨ y lo único que importa. Habría que analizar la validez de tal afirmación y las consecuencias de imponerla como si no pudiera haber duda de que es correcta. Surprimir ese análisis sería imperialismo mental y antidemocrático.

La identidad, en principio, no se puede elegir, porque no se elige la familia, la época, el lugar o las circunstancias sociales y económicas en las uno nace. Nacemos en un sitio determinado, en una época concreta y de unos padres a los que no hemos elegido, que son los que nos insertan en la sociedad al comienzo de la vida y nos dan la identidad primaria sin la cual no seríamos nadie, porque no habría señales que ayudaran a los demás a reconocernos y a saber quiénes somos. Esa identidad es pasiva y fija como la que tienen la montaña que está en un continente y no en otro o el país que está en Asia y no en América. Nacemos con señales de identidad que son así y no de otra manera. Aunque no nos gusten la familia, el país o la época en que nacimos, en eso no hay elección posible, salvo si se deshumaniza a la humanidad y se consigue que los humanos no nazcan ya de unos padres determinados y en un lugar concreto, sino en laboratorios sin arraigo y con padres indeterminados.

Pero la identidad básica y primaria con que nacemos no tiene por qué estar siempre igual. Al contrario, deberá evolucionar e ir cambiando y transformándose a medida que la vida transcurre y se añaden años y experiencia. Forma parte del proceso de madurez evitar que quede anquilosada y sumida en el pasado.

¿Es posible o deseable partir de que se puede elegir la identidad desde muy temprano? Lo que está de moda en estos momentos es afirmar que se puede cambiar la identidad sexual, que se puede elegir desde muy pronto, desde la niñez, si se prefiere ser varón o mujer, basándose en lo que se sienta y quiera. Pero el sentimiento y la emoción no siempre aciertan. Se puede querer lo que será dañino para uno o para los demás. Los sentimientos  pueden ser buenos o malos y siempre fueron fáciles de usar por los que mandaban. La poderosísima industria ¨del corazón¨  hace tanto dinero explotando y ¨conduciendo¨ el sentimiento como lo hace la que explota y ¨conduce¨ el sexo.

En todo caso, si se puede escoger si se quiere ser varón o mujer, también deberá poder escogerse cualquier otra señal de identidad. Si uno se siente francés, tendrá que ser suficiente para que Francia le conceda la nacionalidad francesa, si alguien decide que se siente presidente de los Estados Unidos habrá que dejarle el puesto y si un preso decide que ya no quiere ser la misma persona, habrá que dejarlo en libertad.

Los adultos podrán tener libertad para decidir los cambios que quieran en su vida. Pero en la niñez y en la adolescencia no hay libertad para elegir. Los niños no tienen libertad ni pueden tenerla porque no están desarrollados, ni física ni psíquicamente, y dependen por fuerza de los adultos. Para ser libre hay que tener independencia y la niñez es, por esencia, dependiente. La adolescencia marca el comienzo del camino hacia la libertad y la independencia, es la etapa del desarrollo físico, mental, intelectual, psíquico y espiritual, una fase difícil y peligrosa en la que es muy fácil perderse porque todas las facultades están a medio hacer, creciendo y abriéndose a la vida y al mundo, sin puntos fijos y en desorden. La sexualidad está también sin hacer, empezando a formarse y lo normal es que esté enredada y confusa.  Dado que la adolescencia es una etapa de gran turbulencia y peligro, lo que menos precisa el adolescente es que lo apremien y le obliguen a elegir en nombre de una libertad para la que no está preparado. Se sabe que el cerebro no alcanza el desarrollo pleno hasta alrededor de los venticinco años y, sin embargo, rara vez se tiene en cuenta este hecho, estudiado y comprobado, y se presenta como muy adelantado tratar a los niños y a los adolescentes como si estuvieran plenamente formados.

¿Es progresista el empeño en que todo se base en el sentir primario y sin cultivar, que funciona a lo bravo y sin freno ni razón? ¿Traerá progreso lo de sustituir la búsqueda de la verdad, sin la cual no puede haber ni ciencia ni arte ni nada que valga la pena porque todo será falso, por la ¨verdad¨ de cada uno y decidir que dos y dos no tienen por qué ser cuatro y podrán ser tres o seis o lo que se le antoje a cada cual en cada momento? ¿Ayudará a los niños y adolescentes hacer que se obsesionen con la sexualidad sin estar en condiciones de entenderla y manejarla, o habría que pensar si no será un abuso de menores que podrá tener graves consecuencias para ellos y para toda la sociedad?

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