Democracia e información

El mundo es de todos, o debería serlo. Pero parece que cada día vamos más en sentido contrario y, si es así, no puede haber democracia. No podrá haberla hasta que se consiga que el mundo sea de todos de verdad y, mientras el poder esté en manos de las elites, sean del bando que sean, políticas, económicas, sociales o de cualquier otro tipo, el mundo será de ellas.

Las elites se forman instituyendo jerarquía y superioridad natural e innata, basada en que los que obtienen poder y riqueza es porque lo merecen, porque los dioses se lo dieron. Hasta hace muy poco los imperios eran buenos porque los dioses se los habían regalado como premio a quienes los merecían. Si se ganaban las guerras era porque los dioses lo habían querido y, por tanto, el poder que se adquiría con ellas era legítimo y lo que se había hecho en ellas también. Si los hombres mandaban en las mujeres era porque los dioses habían decretado que ellas eran inferiores y nacían para servirlos a ellos, al igual que los esclavos nacían para servir a los amos. Si los reyes llegaban al trono era porque los dioses lo habían apoyado. Todas las fechorías que hubiesen podido cometer los escogidos quedaban justificadas con el premio recibido. Y, en el fondo de la moderna meritocracia está la misma idea de que el que llega arriba es porque lo merece, aunque lo haya hecho con trampas y vendiéndose en cuerpo y alma para conseguirlo.

Las mujeres demostraron a estas alturas que pueden estudiar y trabajar como los hombres, que no tienen un cerebro inferior al de ellos y pueden pensar sin estar ofuscadas por los sentimientos, y que no nacieron sólo para cuidar al marido y a toda la familia y darles descendientes, como se pensó y decretó durante siglos, pero el tiempo que llevó llegar hasta ahí, el sufrimiento que todo ello causó y la fuerza y energía que se perdieron con esa notoria falsedad hacen pensar que todo ello podría haberse evitado si desde el principio no se hubiera asentado la idea de que hay superiores e inferiores natos y de que los superiores pueden tratar a los inferiores todo lo mal que quieran, hundirlos en la miseria o eliminarlos. No debiera haberse establecido nunca que la mujer era inferior y el varón superior, ni que ser blanco era superior a ser negro, ni que los que ganaban las guerras  eran superiores a los que las perdían, ni que los de derechas eran superiores a los de izquierdas o viceversa, ni que los de una religión eran superiores a los de otras, porque eso es crear problemas falsos que no tienen ninguna base y no deberían existir. Hay problemas reales, que siempre existirán, y otros artificiales, que se crean como armamento para dominar, usurpar y robar, y esos son los que habría que combatir. Si no se hace así, seguirá la lucha por la supremacía y por situarse entre los superiores para tener derecho a mandar en los inferiores, y los cambios que pueda haber serán inútiles porque consistirán en reemplazar unos tiranos con otros. Además, la inferioridad nata no se borra en ese sistema de mando y sumisión, pillaje, robo y abuso. Para el que nació superior, el inferior seguirá siéndolo por mucho que suba en la escala, porque el pasado lo marcará para siempre. Si no fuesen inferiores no habrían tenido ese pasado, piensan muchos hombres de las mujeres y muchos blancos de los negros.

En el terreno político está claro que las elites y oligarquías no quieren la democracia y harán todo lo posible por evitarlo. Al sufragio universal se llegó tras mucha lucha, y muy enconada, por la libertad.  El derecho a elegir de todos, y no sólo de los ricos y poderosos, todavía escandaliza a los que hablan de democracia pero no creen en ella porque no pueden admitir que los ¨inferiores¨ estén en condiciones de decidir. Y una forma de evitar que los inferiores decidan, tan antigua como el mundo, pero que toma formas distintas en cada época, es la de impedir que haya información veraz e imponer el secreto. ¿Cómo podrá haber democracia mientras los gobiernos crean que tienen derecho a ocultar, mentir y engañar en nombre de la ¨seguridad¨ y mientras haya servicios secretos que puedan hacer y deshacer al nivel más potente y elevado, y a decidir y abrir camino o cerrarlo a nivel de cada nación y en el ámbito internacional? Y lo fundamental para que no pueda haber libertad ni democracia es impedir que haya distintas interpretaciones de la realidad y de los hechos que ocurran, para que sólo pueda haber la que se quiere en las alturas y para crear elites que gobiernen en nombre del pueblo y del Estado.

 En estos momentos podría parecer que hay muchas personas muy preparadas, con estudios y bien informadas, pero ¿por qué no forman parte de los estudios, en casi ningún país o en ninguno, ni la política ni la economía? ¿Cómo es posible entender lo que sucede en el mundo si esas materias son casi secretas y están en manos de los que pueden dictar sus interpretaciones como les parece?  Viene siendo como ir a un partido de fútbol y no saber nada de en qué consiste el juego y no estar en condiciones, por tanto, de seguirlo y de entender lo que hacen los que están en el campo. ¿No sería lógico y razonable que se adquiriera un conocimiento de esas dos materias que permitiese entender lo que sucede en el mundo e interpretar lo que dicen los medios de comunicación? ¿Por qué siguen siendo asignatura central las matemáticas abstractas, que, a diferencia de la aritmética elemental, y mal aprendidas y enseñadas, sirven para muy poco, y no la economía y la política, sin las cuales no se puede entender ni la vida ni el mundo? ¿Es que se sigue creyendo que el ser capaz de aprobar las matemáticas demuestra que se tiene un buen cerebro? ¿ O es que son un obstáculo más en una carrera destinada a que vayan quedando fuera los que no se amolden y sólo lleguen al final los que después constituyan las elites?

Los que mandan en el mundo no quieren que haya buenos estudios porque no quieren que se entienda lo que hacen y lo que está sucediendo. A los esclavos no se les permitía que aprendiesen a leer y a las mujeres no se les daban estudios. Pero cuando eso ya no se puede hacer porque estaría mal visto, lo que se hace es dar una mala enseñanza a todos los niveles, que parezca que es buena porque exige, pero que, en realidad, está dirigida a domar y a hacer mentes obedientes y respetuosas de la jerarquía establecida. Por eso, cambiar la educación y los estudios cambiaría el mundo, si el objetivo fuese, desde la casa hasta los estudios superiores, formar las facultades, intelectuales y psíquicas, en lugar de adormecerlas y mutilarlas. Lo que se difundiría y tendría peso con ello sería la inteligencia y la libertad, y podría haber democracia auténtica.

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